La magia de los acantilados.

Desde pequeña, a Elizabeth le encanta la mágia, leía cuentos sobre hadas, sirenas, nomos, unicornios, piratas, magos, duendes, elfos...
Ahora, con quince años ella se los cuenta a sus hermanos pequeños, ya que le siguen encantando esas historias.
Un día, no hace mucho, sus padres decidieron llevarles a conocer el mar.
Elizabeth, estaba muy entusiasmada con la idea. Siempre pensaba que el mar le parecía mágico y no le faltaba razón.
Al llegar allí, se impresionaron al ver el agua tan pura y cristalina.
El sol reflejado en el mar hacía que Elizabeth y sus hermanos imaginaran que había pasado Campanilla jugando con Peter Pan y los niños de Nunca Jamás y se había dejado caer una de sus bolsitas de polvos mágicos.
Un día en el que la familia estaba aburrida decidieron irse a una pequeña isla cercana al lugar donde se habían hospedado.
Para el asombro de Elizabeth, ese lugar estaba repleto de acantilados.
Fueron a conocer la isla y a pasear por la misma.
Al llegar a uno de esos enormes acantilados, Elizabeth apreció una pequeña y extraña cueva y sintió curiosidad por ella, decidió adentrarse en aquella pequeña, oscura y misteriosa grita, así que le dijo a sus padres que iba a dar un paseo y que se verían en una hora en ese mismo lugar.
Cuando se adentró en esa cueva, una parte de ella sentía miedo, pero había algo que la incitaba e invitaba a entrar hasta el fondo. Cuando llegó, no había nada, por un instante, pensó que su esfuerzo había sido inutil, cuando se dispuso a salir de aquél lugar, percibió una pequeña luz y se dirigió hacia ella, otra minúscula cueva la acompañaba, para Elizabeth fue un poco complicado atravesarla por su reducido tamaño.
Cuando llegó al final se encontraba en un lugar desconocido, lleno de flores, cascadas, ríos, animales...
Le pareció entender que uno de ellos quería que le siguiera y no dudó un instante en hacerlo. Cuando el animal dejó de correr, y apenas sin darse cuenta, Elizabeth se encontraba en un lugar fascinante, sus ojos deleitados por tanta belleza admiraban lo que Elizabeth siempre había deseado ver: hadas, sirenas, nomos, unicornios, piratas, magos, duendes, elfos...
Le dijeron que era una de las pocas personas que podían estar allí ya que sólo acceden a ese lugar, personas que verdaderamente creen en la magia, como ella.
También la dijeron que la acogerían con todo su cariño, siempre y cuando no se lo contara a nadie, excepto a sus dos hermanos.
Al día siguiente volvieron a esa isla y Elizabeth llevó a sus hermanos a conocer a sus nuevos amigos.
Los tres niños nunca dijeron nada sobre aquél mágico y maravilloso lugar (ni de sus amigos por supuesto), pero le rogaron a sus padres que volvieran allí de vacaciones todos los años. Desde ese día siempre que van a aquella isla. Los tres hermanos se acercan a ver a esos seres mágicos.
Y quién sabe si dentro de algún tiempo no muy lejano ellos también se conviertan en seres mágicos.

Alba Izquierdo Alonso.
Realizado en agosto de 2008. 2º de E.S.O.