Romance I “Reina de la oscuridad”

Logro recordar a un pequeño niño de unos ocho años de edad que estaba sentado en una desgastada y amplia roca enfrente de un lago. Recuerdo también que contemplaba el cielo teñido de contadas pecas blancas mientras, meditabundo, se balanceaba de manera suave agarrando con fuerza sus rodillas dobladas. Recuerdo… recuerdo que quizás era yo mismo.

El firmamento de luto. Había un intenso olor a perfume, enmarañadas nubes y los escasos astros presentes radiaban sopor. A lo lejos altas montañas, árboles que todo el paraje poblaban, ambiente calmado, soledad… grillos, chicharras, cantos de ranas y algún que otro búho irrumpían en el majestuoso silencio omnipresente.

De repente, en mitad del lago se hizo una bruma, luego una niebla que se extendía poco a poco como una mancha de aceite. Un destello cegó mis ojos y, mientras los restregaba para aclarar aquel fuerte zumbido de luz, una mano fría y húmeda tocó mi hombro izquierdo.

Asustado, quise gritar en el vacío y salir corriendo. Fue inútil. Cuando levanté mi cara pude ver el rostro de una misteriosa anciana mujer que parecía triste. Quedé prendado de su mirada y, casi sin decirnos nada, estuvimos envueltos en una especie de instante mágico difícil de explicar donde inevitablemente sobraban las palabras…

La observé detenidamente. Emanaba su presencia fuerza, vida y muerte, felicidad y angustia, mientras sus arrugas dibujaban complicados repliegues en su faz. Los cabellos largos y canosos caían en cascada por su piel agitanada. Aquellos ropajes infinitos, grisáceos y roídos por el tiempo se me antojaban elegantes mientras quedaba todo envuelto en un fino manto que la cubría desde la cabeza hasta los huesudos pies.

Después de unos minutos, maravillado, le pregunté casi sin aliento, tembloroso y confuso: -¿Quién eres anciana mujer? Ella, con la voz más dulce que mis oídos han escuchado jamás, me respondió con una mirada profunda: - Soy Al-Andalus, todo y nada a la vez. Estoy allí, aquí, y en tu mente… si quieres. Algunos me conocen como la Reina de la Oscuridad.

En ese instante tomó mis manos y las unió con las suyas. Seguidamente añadió: - De todas formas me irás conociendo poco a poco. Cierra los ojos, relájate, presta atención a mi discurso y trata de oir en mi interior también; descubrirás más sobre mí y mis secretos…

REINA DE LA OSCURIDAD

Letra: Narci Lara. Música: Raúl Rueda y Narci Lara. (AL-ANDALUS)

Basada en el esplendor histórico, social y cultural de la tierra de Al-Andalus.

Longeva doncella, faz desmembrada

Cáliz confuso, hembra sagrada

Perla, desgastada por orden del tiempo

Madre, tantas veces tus hijos te hirieron

Guardo con recelo un tesoro en mi piel

Rasgan mis pesares los amantes del ayer

Antaño princesa, miserable alguna vez

Vi crecer imperios que murieron a mis pies

Corona empedrada, morena de cara, montaña de gemas

Cortejas dos mares, hermanos que por tus encantos pelean

Duelen, cicatrices que cura la historia

Danzan, en tu velo poetas, pintores, guerreros…

La Mezquita añora tu presencia cada abril

En la Alhambra esperas entre llantos a Boabdil.

Bañas tus cabellos níveos a orillas del mar

Mientras te perfumas con esencias de olivar

ESTRIBILLO

Reina, reina del mundo, puedo sentir tu tristeza olor a jazmín

Linda, linda doncella, cuida de mí que yo siempre lo haré de ti

De etnia gitana, hispana, romana o tal vez fenicia

Fiel madre mora, morita de sangre verdosa y mestiza

Tierno, cascabel que hipnotiza a los hombres

Legas, ocho hijas hermosas, pasiones de entonces

Los diversos dioses por ti siempre velarán

Engendras culturas y criaste a muchas más

Bécquer, Lorca, Alberti te recitan con pudor

Versos, desde el cielo que camuflan tu prisión